Energía y sociedad: actitudes de los españoles ante los problemas de la energía y del medio ambiente

Energía y sociedad: actitudes de los españoles ante los problemas de la energía y del medio ambiente
Energy and Environment
2008

Madrid, Club Español de la Energía, 2008

Hemos presentado ante la prensa el libro Energía y Sociedad: actitudes de los españoles ante los problemas de la energía y del medio ambiente, cuyos autores son Víctor Pérez-Díaz y Juan Carlos Rodríguez, y que ha sido patrocinado y publicado por el Club Español de la Energía. El día 8 de mayo se presentará en un acto más formal.

El libro está basado, principalmente, en una encuesta a una muestra representativa de los españoles de 18 a 75 años sobre cuestiones energéticas y medioambientales, aunque esta información está situada en el contexto de la evolución de las opiniones de los españoles sobre estos temas en los últimos diez o doce años, y en el marco de la opinión pública de los países europeos. Resumimos los resultados de dicha encuesta a continuación.

Niveles de información

Los niveles de información sobre energía son bajos, con alguna excepción. Tienden a acertar al señalar los fines principales del consumo de energía (industria y transporte), pero casi nadie tiene idea del grado en que dependemos de las importaciones de energía del exterior ni de los países que nos proveen de petróleo. Los principales errores se dan en cuestiones de producción de electricidad. Yerran al estimar cuáles son las dos fuentes principales al mencionar mayoritariamente a la energía hidráulica y al petróleo. Y se equivocan, también, al creer, casi todos, que las fuentes más baratas son la solar o la eólica, justamente las más caras.

Problemas y soluciones

Los problemas de la energía casi no aparecen entre los problemas principales de España mencionados espontáneamente (tampoco los medioambientales), pero si se les pregunta a propósito por algunos de esos problemas, les asignan una gran magnitud. Casi todos creen que el problema de nuestra dependencia energética es importante. Casi todos creen que el riesgo de interrupción del suministro de petróleo es alto, y una mayoría muy amplia cree que lo es el riesgo de que suban drásticamente sus precios. Casi todos consideran el calentamiento global como una amenaza seria para sus vidas en el futuro próximo.

En cuanto a las soluciones, la postura de la mayoría de los españoles se ajusta bastante a los postulados del movimiento ecologista, con alguna inconsistencia y, sobre todo, una reducida disposición a aceptar los sacrificios que implican esos postulados. Una mayoría cree que hay que proteger el medio ambiente más allá de los costes de hacerlo. Quizá creen que esa protección acaba teniendo beneficios económicos, como lo piensan acerca de la lucha contra el calentamiento global. Tienen dudas acerca de la utilidad de la ciencia para resolver los problemas medioambientales, pero son muchísimos los que confían en las energías renovables para resolver los problemas de dependencia energética, y los que creen que el menú de fuentes de aquí a cincuenta años estará basado en ellas, todo lo cual implica una gran confianza en soluciones científicas y técnicas. Puestos a incentivar un consumo de energía más eficiente o ecológico, eligen incentivos positivos: casi todos favorecen que el estado subvencione el cambio de electrodomésticos por otros más respetuosos con el medio ambiente.

Conductas y confianzas

Pocos apoyarían una subida de los impuestos de la gasolina con fines ecológicos; pocos pagarían significativamente más por la electricidad procedente de fuentes renovables; y los conductores están muy poco dispuestos a dejar el coche por razones medioambientales. Sin embargo, no son tan pocos los ocupados dispuestos a prescindir de una semana de sus ingresos anuales para combatir el calentamiento global; y el total de encuestados es casi unánime en su predisposición a bajar la calefacción dos grados en invierno.

Tres quintos confían en los ecologistas para que les informen con realismo sobre los riesgos medioambientales, y dos tercios confían en los científicos. La extendida confianza en soluciones estatales (subvenciones, impuestos, regulación, investigación...) a los problemas de la energía no encaja con lo poco que dicen confiar mayorías amplísimas de los entrevistados en los partidos políticos, de quienes piensan, por ejemplo, que incluyen el medio ambiente en sus programas como medio de lograr votos. A su vez, muy pocos creen que las empresas energéticas sean respetuosas con el medio ambiente, aunque una mayoría cree que ofrecen servicios de buena calidad.

La cuestión nuclear

Nuestra encuesta, y la comparación de los datos españoles con los de los países de la Unión Europea, confirma la existencia de una mayoría contraria a la energía nuclear, de las más contrarias en Europa, aunque dicha oposición admite matizaciones y parece abierta a un proceso de persuasión con determinadas características. Si la cuestión se plantea en términos generales, el rechazo de los españoles a la nuclear supera los dos tercios de la opinión. Si se hace como grados de apoyo o rechazo, o pensando en costes y beneficios, el rechazo cae hasta cerca de la mitad, y el apoyo se queda en la cuarta parte. Un quinto sería partidario de cerrar las centrales nucleares españolas rápidamente, dos quintos lo sería de cerrarlas gradualmente, un cuarto favorecería el mantenimiento del número de centrales y la décima parte querría ampliarlo.

El rechazo a la nuclear se sustenta en temores extendidos en la población, con porcentajes altos que creen probable un accidente grave en nuestras centrales en diez años, que no confían en la seguridad del almacenamiento de residuos radioactivos, y que están preocupados por los efectos negativos de las centrales en la salud.

Los españoles están entre los europeos que más errores cometen sobre los efectos de la energía nuclear en el calentamiento global, el funcionamiento de las centrales nucleares o el manejo de los residuos radioactivos. Muchos se resisten a reconocer posibles ventajas de la energía nuclear, como su contribución a diversificar fuentes o sus casi nulas emisiones de gases de efecto invernadero. Las encuestas europeas muestran que insistiendo en las ventajas sólo se consigue tornar en positiva una reducida porción de las opiniones negativas. Nuestra encuesta apunta a la posible contribución a una actitud positiva del recordatorio de la experiencia de un país nuclear como Francia.

Tres cuestiones transversales

Primera: la mínima variación de las actitudes según categorías sociodemográficas o de orientación política apunta a una notable homogeneidad de la opinión pública sobre estas materias. Segunda: conocimientos, actitudes y opiniones apenas se han movido en los últimos diez años. Tercera: esa estabilidad sincrónica y diacrónica de la opinión es compatible con percepciones y juicios sobre la energía muy diferenciados según la fuente de la que se trate.

Sobre este tema, también pueden consultarse nuestros trabajos “Discusión y opinión pública sobre la energía nuclear en España”, “La opinión pública sobre la energía nuclear en España y en Europa”, “Políticas y discusión pública sobre la energía en tres países europeos: Francia, Italia y Polonia”, y Los jóvenes españoles ante la energía y el medio ambiente.