Los jóvenes españoles ante la energía y el medio ambiente

Los jóvenes españoles ante la energía y el medio ambiente
Energy and Environment
2005

Los jóvenes españoles ante la energía y el medio ambiente. Buena voluntad y frágiles premisas

Víctor Pérez-Díaz y Juan Carlos Rodríguez
Barcelona: Fundación Gas Natural, 2005

Portada, prólogo e índice, aquí (pdf)

El libro está basado en una encuesta sobre una muestra de 1.200 personas, representativa de los jóvenes españoles de 16 a 35 años de edad, y ofrece un análisis detallado de sus conductas medioambientales, su nivel de información sobre temas de energía y medio ambiente, y sobre sus actitudes y valoraciones sobre estos temas.

Su principal mensaje es que las conductas ecológicas de los jóvenes españoles son superficiales, sus informaciones y percepciones sobre los temas de energía y medio ambiente suelen ser confusas, y tienden a desplazar la responsabilidad por el estado de cosas hacia los demás. La variable educativa no tiene gran importancia a estos efectos, y tampoco lo tiene la variable ideológica. En definitiva, tienen alguna preocupación sobre el problema ("buena voluntad"), pero la base de su conducta, sus conocimientos y sus actitudes es débil ("frágiles premisas").

Conductas superficiales

Más de la mitad de estos jóvenes dice hacer cosas por ahorrar energía, aunque lo que hacen tiene un alcance limitado, y bastantes confunden ahorros de agua con ahorros de energía. Esos comportamientos reflejan una predisposición a hacer cosas al respecto, sobre todo en el propio hogar, y también se ven esforzándose por contaminar menos, aunque, paradójicamente, los que conducen usan más el coche que en el pasado.

Bastantes tienen en cuenta el aspecto ecológico en sus compras (de frigoríficos, coches, suministro de energía, alimentos) y cabe hablar de un cierto potencial para el consumo "ecológico". El potencial, sin embargo, debe de ser relativamente bajo, pues aunque muchos dicen estar dispuestos a pagar más por las energías renovables, en realidad, tan sólo están dispuestos a pagar muy poco más.

Informaciones y percepciones bastante confusas

Su conducta expresa una "buena voluntad". La base cultural (conocimientos, actitudes) de esa conducta es algo incierta ("frágiles premisas"). Sus conocimientos sobre energía y medio ambiente son bastante limitados y reflejan una notable confusión de fondo. Por ejemplo, les resulta difícil evaluar en qué fines se gasta la energía consumida en el hogar (sobreestiman el consumo de iluminación y electrodomésticos; infraestiman el de calefacción), y también estimar correctamente el peso de las fuentes de la electricidad doméstica (se pasan con la energía hidráulica; infravaloran, notablemente, la nuclear y el carbón). Aciertan en que cada vez se consume más energía por habitante, pero yerran en cuanto a la cantidad de energía que consumen los distintos sectores (sobreestiman el peso de la industria y el de los hogares). También se equivocan al evaluar la aportación de las diversas fuentes a la producción total de energía: el carbón parece invisible y las energías renovables están sobredimensionadas.

El error más grueso, por lo que revela de las carencias en economía y en el tema de la producción y distribución de la energía, se refiere a los costes de las distintas fuentes de energía eléctrica: una amplísima mayoría piensa que son más baratas, justamente, las más caras, la eólica y la solar.

Asimismo, son pocos los que se han informado recientemente sobre medidas de ahorro de energía o de eficiencia energética.

Los problemas medioambientales son, para los jóvenes, sobre todo, de contaminación, mucho menos de agotamiento de recursos, y la congestión, por ejemplo, la urbana, no aparece en su horizonte. En España las cosas van, según ellos, a peor; también donde viven, pero algo menos. Tienden a creer que el crecimiento económico es perjudicial para el medio ambiente, y no están seguros de que la ciencia resuelva los problemas medioambientales. Admiten que ellos mismos tendrían que cambiar mucho de estilo de vida para contribuir a resolverlos.

Confianza, responsabilidad y políticas públicas: desplazan la responsabilidad a otros

Para conocer la verdad sobre las cuestiones medioambientales se fían, sobre todo, del movimiento ecologista, y, en segundo lugar, de los científicos. Confían bastante menos en el estado y los medios de comunicación, y mucho menos en las empresas (con matices según su conocimiento directo de éstas). Resaltan dos paradojas en su esquema de confianzas. Por una parte, confían poco en los medios, pero suelen obtener de ellos sus informaciones sobre estos temas, si bien reconocen que lo hacen de manera algo pasiva y acrítica. Por otra parte, no confían mucho en el estado como proveedor de información veraz, pero una amplia mayoría cree que aquél ha de asumir la principal responsabilidad en la solución de los problemas medioambientales.

La acción estatal en el ámbito de la energía y el medio ambiente debería estar orientada, según ellos, sobre todo, por el criterio del mínimo daño medioambiental, y ocupan un lugar secundario las consideraciones de coste económico (o de seguridad del suministro) y los criterios de la propiedad privada y el libre mercado. Sin embargo, son receptivos al tema de la independencia energética del país, lo que puede explicar que casi la mitad parezca tener una opinión favorable sobre la apuesta de Francia por la energía nuclear.

Sus políticas de ahorro de energía preferidas estarían basadas no tanto en más impuestos disuasorios cuanto en regulaciones más estrictas para los actores implicados, muy en primer lugar las empresas (sin tener en cuenta los costes implicados en ese aumento de regulación).

Motivos de inquietud y de esperanza

Los resultados de la encuesta sugiere que estamos ante un colectivo de jóvenes (probablemente no muy diferente del que sería un colectivo de adultos) con actitudes y juicios blandos, volátiles y desestructurados, que se pronuncian acerca de temas sobre los que no se sienten muy bien informados, y barruntan que lo que suelen hacer es echar mano de los estereotipos que circulan en el espacio público.

El nivel educativo afecta poco a la calidad de sus respuestas, lo que puede ser un signo de la baja calidad de la educación actual; pero cabe la esperanza de que ésta mejore algún día. La variable ideológica suele tener poca importancia, lo que sugiere la posibilidad de que este tema, cuando se discuta en serio, algún día, no sucumba, de entrada, al partidismo ideológico y político. En algunas respuestas, hay indicios claros de un comienzo de atención y de preocupación, así como de una capacidad de juicio que no se está todavía ejercitando (por ejemplo, en la sensibilidad al tema de la independencia energética del país).

 

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